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domingo, 20 de julio de 2014

Eso que llaman destino



Cómo pude imaginar que existirían los ángeles en la tierra... Cómo pensar que al cruzarme con ella, me dolería el alma, un pellizco un ahogo, un placer… un paso más y me desplomaría…

Tan radiante, tan bella, tan tranquila… se me hacía imposible respirar. Me rozó y mi inmenso corazón quedó atrapado en su cuerpo...Cómo perderla, cómo apartar de mi esa sensación… ese bello ángel que  se cruzo en mi camino. Camina...y me pierdo tras ella, cómo parar al destino... cómo negociarle a la vida, este sentimiento jamás sentido. No se su nombre… no se su vida, mas la mía quedó prendada de este ángel que camina... La vigilo inquieto… con prisa, el dolor sigue... y mi ángel se para. Me pongo a su lado. Qué hacer para no perderla, para pasar mi vida junto a ella.

Recorro mil calles tras ella, analizo cada gesto, cada movimiento de su precioso cuerpo...Cada onda de su pelo, cada centímetro de sus infinitas piernas. ¿Sabéis lo que es el destino?.... esa mezcla entre lo real y lo que ha de ser. Pues mi destino me llevó hasta ella, justo cuando caminaba, su libro se le escapo de las manos para acabar en el suelo... y allí estaba yo, de rodillas frente a ella…

Frente a ese ángel... mi ángel... mi destino...

Me llamó Claudia, recuerdo esa mañana de un martes, me levanté temprano como siempre hacia para llegar a mis clases. Caminaba rápido por las calles cuando en un traspiés, mi libro acabo en el suelo...Y de pronto al alzar mi mirada, descubro unos ojos avellana que parecían no tener fin… esos que acaban de paralizar mi alma. Esa boca sonriente y llena de dulzura, esos labios rosáceos... al roce de su  mano recogiendo mi libro... comencé a temblar… Sabía que mi boca intentaba dibujar una sonrisa, más no podía articular palabra.

¿Qué me estaba pasando, quien estaba escribiendo este capítulo en mi vida?.. Así fue como conocí a la otra mitad de mi alma... Me pareció un ángel, lo tenía frente a mí, a mi lado… rozándome... Mi mirada se había encontrado con la suya...no hacía falta más... dos almas reconociéndose al instante y al fin encontrando su lugar. Me había unido a él, a ese ángel que un día caminaba para mí... Que supo parar mi corazón y ver a través de mis ojos…

A ese ángel... mi ángel... mi destino...


"No vemos a los ángeles; pero en las avenidas oscuras de la angustia, se acercan y nos llaman ¡Se parecen a ellos las personas queridas y no son sino ángeles los seres que nos aman" Pedro Bonifacio Palacios.




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