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lunes, 15 de septiembre de 2014

Un camaleón llamado Bette Davis




Terenci Moix, sobre Bette Davis, decía que “su grandeza es hoy indiscutible. Su recuerdo, imborrable. Es la grandísima Bette del cine. Una actriz como ninguna otra. Seguramente, la mejor de todas.”  Y es que su carrera está avalada por numerosos récords: más de cuarenta años de carrera, dos Oscars y diez candidaturas, además de una veintena de personajes memorables que recorren todos los matices del alma femenina.  Fue despiadadamente avariciosa como Regina en “La loba”, orgullosa y manipuladora en “Jezabel”, y una fría y calculadora asesina en “La carta”. Estas tres películas las realizó con el director William Wyler y pocas veces en el cine se ha llegado a un punto de unión entre el genio interpretativo y la elegancia en una magnífica realización, todo esto unido a que la actriz y el director tuvieron un romance, llegándolo a considerar ella como el amor de su vida, pero las desavenencias creativas entre ambos hicieron romper el idilio.
Bette Davis fue en dos ocasiones Isabel I de Inglaterra, papel que le venía bordado a una actriz que tenía muchos puntos en común con la independencia de carácter de la Reina Virgen. Con la emperatriz Carlota de México volvió a incidir en el drama histórico, esta vez en un personaje de apoyo a la trama más que de protagonista; pero aun así la carga dramática que incorpora es magistral y redondea “Juárez”, una película llena de aciertos.

Mención aparte merecen sus melodramas, que esta actriz bordó con actuaciones antológicas donde demuestra su gran ingenio interpretativo con papeles que exigen un cambio de registro constante por ser mujeres que se van transformando, progresando en el transcurrir de sus vidas, de sus historias, de sus penurias, y de sus alegrías. Así vemos como desde la despreocupación asume con fortaleza la idea de la muerte cercana en “Amarga victoria” con Humphrey Bogart, con quien  también compartió cartel en “El bosque petrificado”, gran película de cine negro. “Amarga victoria”, según ella afirmaba, fue el mejor trabajo de su carrera. En otro gran melodrama como es “La extraña pasajera", comienza siendo una reprimida para acabar viviendo en libertad absoluta y no sólo asume esa manera de vivir para ella misma, sino concediendo ese derecho a todo aquel que la rodea. En “La solterona”, película que compartió con su muy odiada Miriam Hopkins en un magistral duelo interpretativo entre ambas, hace el registro inverso desde la libertad hasta la rigidez y el autoritarismo.
Y qué decir de hitos del cine como “Eva al desnudo” o “¿Qué fue de Baby Jane?”.  La primera es la película definitiva sobre el mundo del teatro donde hombres y mujeres luchan por triunfar en este medio. La segunda es una de las películas de culto por excelencia de Hollywood, famosa, entre otras cosas, por el apabullante duelo interpretativo entre Bette Davis y Joan Crawford, enemigas tanto en la pantalla como en la vida real. Se dice que esta enemistad surgió cuando Bette Davis dio calabazas a la promiscua Joan Crawford.  Davis llegó a decir que nunca en su vida se lo había pasado mejor que cuando tiró por las escaleras a Joan Crawford durante el rodaje de esta terrorífica cinta.


Davis demostró que también podía ser una actriz de comedia en títulos como “La novia de junio y “El hombre que vino a cenar", esta última una comedia de ingenio cuyo guion está lleno de frases con talento, gracia, e inteligencia: “-No debe comer dulces. -Mi tía abuela se comió una caja todos los días de su vida, vivió hasta los 102 años y a los tres días de morir tenía mejor aspecto que usted ahora” “-Hay un pulpo en la puerta. -Vale así tendré alguien inteligente con quien hablar”. Esta película es una obra singular en la trayectoria  de Bette Davis ya que formaba parte de un reparto coral, algo poco habitual en ella. En el film, ella es la personificación de la calma, el personaje que vuelve a poner orden tras el huracán.
Bette Davis rompió con el viejo molde de las estrellas de cine, no quiso ser simplemente decorativa, lucir su glamour como Greta Garbo, ser simpática como Janet Gaynor, fingirse una gran dama de la escena como Norma Shearer. Trató de imponerse como actriz, sin encasillamientos, no sólo aceptaba toda clase de papeles, camareras, fulanas, viudas, solteronas, arpías, borrachas... es que luchaba por conseguirlos. Nos ha dejado innumerables papeles eternos, quien vea cualquiera de sus películas por primera vez y tenga un mínimo de gusto estético no puede dejar de sentirse impresionado por sus magistrales interpretaciones que perdurarán por siempre en su memoria porque traspasan lo circunstancial, el hoy y el ahora. Bette Davis es un monstruo del cine, uno de esos monstruos que ya son mitológicos porque no se puede dejar de pensar que es mágica y legendaria. Una mujer que curiosamente como ella afirmó en su día escogió el camino difícil en la vida y que al final resultó ser el camino hacia la gloria.




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