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sábado, 20 de diciembre de 2014

Vuelve


Esta noche hace mucho calor... El bochorno que se siente en mi habitación humedece mis sentidos y los pone en alerta, tengo el presentimiento de que esta noche no será como las demás. Estoy tumbada en mi cama y tengo las manos entrelazadas debajo de mi cabeza, mis ojos ya se han adaptado a la oscuridad. Mi guía es la luna, una luna que hoy está especialmente brillante y que presiente que hoy puede cambiar mi destino, aunque su silencio penetra en mi mente como las olas del mar juegan con la arena…
Mi cuerpo emite la señal de que ha llegado el momento. Junto mis manos y las coloco descansando junto a mi pecho, cierro mis ojos lentamente y dejo que mi alma comience a aflorar por encima de mi cuerpo. Siento el espasmo inicial pero luego mi cuerpo se acostumbra. Cuando sé que estoy lista abro mis ojos y dirijo mi mirada hacia la puerta, aún no estoy preparada para girarme y verme tumbada durmiendo, supongo que con el tiempo me acostumbraré. Me dirijo a la puerta y ya sé que mis pies no tocan el suelo. Cuando llego al inicio de las escaleras diviso la parte de abajo de la casa y me deslizo suavemente, pasando mis manos por la barandilla de madera, esta noche llevo un camisón de color rojo de tirantes y de largo hasta los pies. Me siento diferente, segura de mí misma y porqué no decirlo… muy sexy.


Desciendo y mis pies tocan el suelo húmedo, avanzo y voy volando hasta mi lugar secreto, una especie de estanque cubierto por secuoyas gigantes, lo cual agradezco porque así tengo la privacidad que necesito. Deslizo suavemente los tirantes del camisón y éste cae al suelo, sin pensarlo voy corriendo hacia el agua y me sumerjo de lleno en su tibieza, el primer contacto con el agua es abrasador ya que la temperatura de mi cuerpo irradia calor. Me sumerjo, vuelvo a salir, nado de espaldas e incluso me doy el lujo de tirar agua a la nada, me río a carcajadas… es un ritual.
De pronto, mi cuerpo se tensa, nunca lo he sentido así por lo que me hundo más en el agua y miro en todas direcciones tratando de descubrir lo que me hace estar en alerta… me doy cuenta de que es una sombra que me observa en la oscuridad de la noche… es un hombre. Permanezco en silencio y muy quieta hasta saber si realmente me puede ver o no. Se acerca sigilosamente hasta la orilla y para mi mala suerte descubre mi camisón, lo levanta, lo observa detenidamente y entonces desvía su vista hacia el río….y me descubre allí. Puedo verlo perfectamente, sus ojos negros me buscan y se oscurecen en una mirada que no puedo descifrar, su boca sensual se contrae en una delgada línea, está molesto pero yo también lo estoy por haberme interrumpido.
- No debería estar aquí a estas horas y más aún cuando se
aproxima una tormenta.
Está claro que puede verme, miro hacia arriba y demonios. No
me había dado cuenta que en verdad se acerca una tormenta, que me aspen si tengo que reconocerlo delante de él.
- Y usted no debería estar aquí, sobretodo porque nadie le creerá que habla con fantasmas…
- Usted no es un fantasma ni nada parecido, llevo observándola cada noche y es de carne y hueso…aunque claro viéndola así… no está aquí del todo.
- ¿Me lleva espiando todos los días? Y qué quiere decir con que “no estoy aquí del todo”. Oigo que su respiración se acelera y que masculla una frase ininteligible, se acerca más a la orilla para que le oiga perfectamente.
- Para su información, no la espío, llevo viniendo aquí cada noche y quiero decir que yo tampoco no estoy aquí del todo ¿Me entiende con “no del todo”? 
Entiendo perfectamente, él es como… yo. Me pilla por sorpresa, pensaba que esto sólo me sucedía a mí. Me sorprende saber que hay otro como yo. De pronto, oigo los primeros truenos y me tenso.
- ¿Va a quedarse allí toda la noche o podemos irnos ya?
- Podría pero da la casualidad que usted tiene… MI ROPA.
Se gira para no verme y deja el camisón en el suelo. Es cuando aprovecho y salgo inmediatamente del agua, lo cojo rápidamente y me lo pongo sin darle oportunidad a que me vea, aunque eso es inútil porque lo siento detrás de mí y tiemblo por los escalofríos. Me susurra al oído:
- No olvide que al igual que usted puedo verlo TODO. Llevo cada noche observándola y usted no se ha dado cuenta de mi presencia. Puede girarse, la secaré. 

 Escuchar su voz cerca de mi oreja me excita, su voz aterciopelada despierta mis sentidos y quiero conocerle más, no sólo saber de él sino de lo que nos pasa ¿Podrá sentir mi excitación también? Me giro lentamente y quedamos cara a cara, no me había dado cuenta que está desnudo de cintura para arriba y lleva unos tejanos que se le ciñen a la piel. Se acerca a mí y con sus manos recorre mi cuerpo comenzando por mis caderas, cada caricia que me da hace que me seque, sus manos llevan calor que junto al frío de mi cuerpo hacen una condensación. No puedo evitar tener la duda de si me siente e instintivamente con mis dedos le toco sus cabellos. Siento que se tensa y poco a poco acerca su boca a la mía, no sin antes decirme con el pensamiento "Yo también siento, no creas que soy de piedra, la pregunta es... estás segura de querer saber... más de mí... ¿y de ti?" No puedo pensar, el saberme desnuda de mente y de alma puede conmigo y sólo atino a decir "Si". Y nos dejamos llevar...con su lengua recorre mis labios para luego introducirla en ellos, su sabor es tan dulce y embriagador que comenzamos a besamos sin parar, como dos locos, como si en ello se nos fuera la vida. 
Nos interrumpen los truenos de la tormenta que se acercan más y más. Dejamos de besarnos y nos miramos. “Ven conmigo”. “¿A dónde?” “A mi casa”. Asiento en silencio y volamos hacia el otro lado del bosque hasta llegar al final del camino donde se divisa una casa similar a la mía. Una vez allí, nos besamos nuevamente, pero esta vez sin interrupciones, nuestras lenguas juegan entre sí y nos invadimos mutuamente. Con sus manos me va quitando el camisón hasta quedar completamente desnuda y expuesta ante él, me sienta al borde de la cama, se quita los tejanos y los boxers que lleva y puedo ver que lleva un tatuaje grabado en el brazo izquierdo pero no puedo identificar qué es. Admiro la belleza de su cuerpo y de su miembro duro y lo deseo muchísimo, se acerca a mi, me tumba en la cama mientras que con su boca recorre todo mi cuerpo, probándome sin parar hasta llegar a la entrada de mi sexo, con sus dedos separa mis labios y con su lengua me lame suavemente y luego con más intensidad, la hunde en mi clítoris y se da un festín con ella. Mis gemidos se incrementan, pero no para ni un segundo, me vuelve loca, siento que introduce dos dedos en mi abertura y yo no puedo más, siento que voy a tener un orgasmo en cualquier momento. Siente mi tensión, saca los dedos de mi vagina y se acerca hacia mí, me besa y me aprieta fuerte la boca para luego con sus manos coger mis piernas y elevarlas hacia su pecho, penetrándome como un animal salvaje, moviéndose sin parar mientras acaricia mis pechos los cuales se mueven volando con cada embestida. No aguantamos mucho más e inevitablemente llegamos hacia la erupción de fuego y pasión que nos sobrelleva y nos hace caer en picado, no sin antes mirarnos largamente, comunicándonos en silencio que esto es el principio no el final…de algo. Y así nos pegamos juntos, me abraza la espalda y con su mano atrae mi cabeza hacia su pecho, me protege, me besa la cabeza y no sabiendo aún mi respuesta pronuncia “Vuelve”. Nos quedamos dormidos profundamente… Juntos.
Hoy es Domingo y en vísperas de Navidad todo el mundo está nervioso y yo también, porque no sólo tengo que preparar los regalos de Navidad sino que tengo que hacer la maleta porque el Lunes tengo unas reuniones de trabajo y estaré fuera unos días, necesito estar despejada para poder coger el avión y no pensar en lo que sucedió anoche. No es el momento aún.
 Estoy en el aeropuerto esperando que anuncien mi vuelo. Me pongo cómoda en el asiento, dejo el maletín de trabajo junto al equipaje de mano y no puedo evitar colocar un cojín para dormir en el brazo del asiento contiguo, ha sido la primera noche que “he estado en mi cuerpo del todo”. Siento que mis ojos se cierran poco a poco e intento concentrarme para no dormirme pero es inevitable caigo rendida en los sueños de… ¿Morfeo? 

No sé cuanto tiempo ha pasado, ni tampoco sé si el avión ha salido ya, sólo oigo un carraspeo a mi lado que no para de serme molesto. Abro un ojo y luego el otro y para mi sorpresa lo veo a él a mi lado mirándome curiosamente, hasta podría decirse que se está riendo por lo bajo ¡Que me trague la tierra si he roncado o si he abierto la boca¡
 - Lamento interrumpir tu sueño, pero acaban de anunciar la salida de un vuelo a Texas y no sé si tú estás en él.
- Si así es y no me digas que tú también vas en él.
- Pues da la casualidad de que sí, voy en él.
- Y… ¿Cuántos días estarás allí?
- Unos cuantos días, tengo unas reuniones de trabajo allí.
-Ya y supongo que harás todo lo posible por sentarte a mi lado ¿no?
- Hummm, sí supones bien, como la última noche que… nos vimos creo recordar que te dije VUELVE y dado que anoche no te SENTI, pues he pensado que podríamos comentar el tema VOLANDO juntos ¿No te parece?
Nos miramos largo rato, hasta que no podemos más y nos reímos tontamente de su comentario. Vuelven a anunciar la salida de nuestro vuelo, todos comienzan a levantarse de sus asientos y nosotros hacemos lo mismo, nos dirigimos hacia la puerta de embarque y una vez dentro del avión sentados uno junto al otro me dice:
- Si quieres dormir puedes hacerlo, sabes que yo velaré tu sueño.
- Eso quiere decir que entrarás en él tanto si estoy dormida como despierta verdad?
- Sí, exactamente.
- Me lo imaginaba, prefiero estar…. DESPIERTA y “del todo” aquí.
- Esa es una sabia elección…
Volvemos a mirarnos largamente, evaluándonos, entrelaza su mano con la mía y me besa la oreja y en un susurro me dice: “Sino volvías iba a buscarte…como cada noche, como un regalo de Navidad”. Y yo sólo consigo asentir en silencio nuevamente. Había vuelto...

Autor: Autores en la sombra






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