f

jueves, 1 de enero de 2015

Carta a un viejo amigo...



Querido y viejo amigo. Creo que es la última oportunidad que tengo de hablar contigo, ahora que vencen las horas para poder disfrutar de tu presencia. Y no quería, no podía pasar este momento sin darte las gracias.
Ha sido larga, pero maravillosa, esta travesía a tu lado. Cargada de momentos inolvidables, por alegres y difíciles; pero en el fondo creo que has conseguido que pueda sentirme hoy mejor persona, y eso no puedo decírselo a todo el mundo. No podía dejar de escribírtelo antes de que me dejes. 
Juntos nos hemos ido construyendo cada mañana. Es difícil saber ahora mismo donde empiezas y donde acabo, porque en realidad te has hecho parte ya de mis recuerdos, y te llevaré para siempre muy dentro, en ese baúl de emociones que no quisiera cerrar nunca. Recuerdo como si fuera ayer como te conocí una fría noche de invierno en Almagro. Plagaste de estrellas aquel cielo, y me regalaste una noche maravillosa que no olvidaré jamás. De esos días que uno prefiere almacenar en su interior para saborear despacio cuando el sol no calienta. 
Y fuimos construyéndonos juntos. Día a día, hora a hora, segundo a segundo. Y aunque tengo que reconocerte que también hemos vivido de la mano malos momentos, me quedo con todas las luces que encendimos juntos y que no se apagarán jamás en mí.
Espero a tu sucesor con ilusión, tengo que decírtelo. Lo espero. Pero no quiero que pienses que te echaré en el olvido, nunca podría hacerlo. Como espero que los que hayan compartido con nosotros tantas vivencias no lo hagan, porque contigo hemos vivido algunos de los días más hermosos de nuestra vida.  

 Pero también ha habido momentos complicados y tristes. De esos que uno no espera, y para los que no estamos nunca preparados. Sé que no has tenido la culpa y que el destino nos ha llevado a vivirlos juntos; a recorrerlos sacando fuerzas de donde no pensábamos que existían. Pero también has conseguido al final, con tu paciencia infinita, esas tiritas para la tristeza que han restañado nuestras heridas, y que tímidamente vuelva a salir el sol en el horizonte.

Me regalaste también días preciosos. Destellantes de ternura. Con ellos, construimos caminos inexplorados en los que me he sentido feliz como nunca. En los que he aprendido que la vida, de la que formas parte, no tiene sentido si no la saboreas sin límites ni complejos. Dejándote llevar por la intuición y por el corazón que nunca te engaña. Esa lección que tú me has regalado, la llevaré marcada dentro para los que te sucedan. Gracias… 
Ahora, entrañable amigo, solo me queda decirte adiós, cuando apenas te quedan unas horas conmigo. No podré olvidarte jamás. Porque te guardaré y te llevaré a mi lado junto a tus compañeros el resto del tiempo que nos quede juntos.
Me quedo con ese regalo que me has dejado estos últimos días y que tanto necesitaba. Un tesoro que no sabré como pagarte, querido 2014, la esperanza… 
 Hasta siempre

Autor: PROSILAND (@PROSILAND)


 "Año: una rebanada cortada al tiempo, y el tiempo sigue entero"
Jules Renard




 Más de PROSILAND en su blog Parael viento… Blog de PROSILAND


No hay comentarios:

Publicar un comentario