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domingo, 11 de enero de 2015

Epílogo para una época (III)


                                                                 
Algunos árboles han caído al interior de las bóvedas de la estación, son las únicas hojas que se ven. 

La rubia tiene la cara de los ángeles que minan las líneas de los leales.
Sería capaz de pedir una hipoteca a un banco por sus piernas,
por su escote trabajaría estresado,
y los labios me obligarían a cometer maltratos con mis principios.
Ninguna soñadora menos perfecta nos rescata a los que soñamos casi despiertos.
La rubia sabe que tiene un rostro casi perfecto.
Por ello no me mira.

Menos mal que soy un “loco” no clasificado de este metro. Somos muy pocos, los que pensamos que hay salidas al exterior.
Un tiempo donde andábamos bajo el cielo, reconocíamos constelaciones y planetas.
Eso decían los libros.

Estación “El arte moderno”.
 Aquí la gente aprovecha para mear,
buen material para los artistas 
que lo convierten rápido en dinero. 









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