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domingo, 3 de enero de 2016

Frente al espejo





Y ahí estaba yo, correteando de un lado para otro como si no hubiera un mañana. Al final me paré en el comedor para mirar el reloj… Las nueve menos cinco ¿Solo? ¿Cómo era posible?  Salí por el pasillo y me puse a correr de nuevo, estaba tan nerviosa,  y llegué a la cocina, me  me relamía del olor que había en toda la casa. Mi madre al verme llegar como una loca, me preguntó que qué pasaba y yo dentro de mi histeria acerté a decirle que el tiempo no pasaba, un minuto duraba demasiado tiempo a lo que mi madre me respondió  “deja de mirar la hora, si estás demasiado pendiente se te hará eterno, entretente con algo y pasará rápido” ¿Entretenerme? ¿Con qué? Si todos mis deseos comenzaban esa misma noche…  
Me senté en mi sofá y mi cabecita empezó a preguntarse si habría sido suficientemente buena;   si no podía dormir ¿me quedaba sin nada?; ¿me traerían todo lo que quería?; en el saco tan pequeñito que llevaban era imposible que entraran los regalos de todos los niños, sabía los deseos de todas mis amigas, cinco bicicletas, muchas muñecas, libros… demasiadas cosas para sus sacos tan pequeñitos… Y cuanto más pensaba, peor me ponía. Igual  ahora estoy dormida y estoy soñando y ha llegado la hora de verlos y no puedo despertarme y para comprobarlo me pellizque para estar más segura ¡Aauchhhhhh, pues sí que me duele! Entonces mi padre giro la cabeza preguntándome que que  hacía, y yo le dije “nada, dándome un pellizco”. Mi padre sonrió pensando que su hija estaba  un poco loquita. “Vale estoy despierta, eso ya lo se”, volví a mirar el reloj, eran las diez, al final mi madre tenía razón ,como siempre, aunque no era una noche para pensar en eso. Bien, a menos horas de mis deseos  
 “¡A cenar!”, dijo mi madre desde la cocina, pero con mis nervios no podría comer nada pero cené mucho, como solía pasar siempre, ahora ya sentía dos cosas llenas, la barriga y la cabeza. Me metí en la cama, mientras a lo lejos se oía la voz de mi madre diciendo  “¡Duérmete! ¡Duérmete!” y yo lo intentaba con todas mis fuerzas pero mis  regalos estaban a  punto de llegar.... Parecía que solo habían pasado tres minutos y al abrir los ojos dije “¡Los Reyes Magos!” y salté de mi cama y salí corriendo hacia el pasillo como una loca, con y una sonrisa en la cara.  Llegué al comedor y allí estaba yo con  esa misma sonrisa frente al espejo pero con la diferencia de unos años encima. A medida que el tiempo camina, se desvelan casi todos los entresijos de la vida, entre ellos el de la Navidad y este año me habían regalado volver a sentir la magia de aquel entonces. Los deseos no mueren mientras guardes en tus pupilas la magia de la niñez, sigue soñando, sigue luchando y seguirás viviendo…. Y sobre todo que nuestro niño interior nunca debe dejar de existir.
                                                    Autor: Luz de Luna (@luzdeluna111_)


                                           “He llegado por fin a lo que quería ser de mayor: un niño”

                                       Joseph Heller


                                            

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