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martes, 4 de abril de 2017

Palabras que cambian el mundo...




Las palabras pueden herir, ofender, lastimar, odiar pero también nos pueden consolar, apoyar, amar… Todo depende del tono y de la intención con las que se digan. Pero de lo que no hay duda es del poder que tienen las palabras y que en algunas ocasiones han cambiado el rumbo del mundo.
Las palabras utilizadas en discursos han servido para enfrentar a habitantes de un mismo país, para difundir el odio hacia para nuestros congéneres, para autoconvencer al mundo de la necesidad de una guerra, viniendo a nuestra mente los discursos de muchos dictadores vomitando sus repulsivas palabras ante una plebe que los aplaude y cree extasiada.  Pero también hay palabras que hecho virar el rumbo del mundo hacia un horizonte mejor, la revolución pacífica de Ghandi consiguiendo la independencia de la India, Lech Walesa que con su sindicato Solidaridad contribuyó a la caída del régimen comunista en Polonia,  la transición pacífica de España y Portugal hacia un régimen democrático, o hechos más actuales como la denominada Primavera Árabe o el movimiento 15-M en España.


Hace unos 50 años, el 28 de agosto de 1963, Martin Luther King pronunció unas palabras que cambiaron el mundo, lo hizo ante 250.000 personas, delante del monumento a Lincoln en Washington, durante la histórica Marcha en pro de los derechos civiles. A pesar que Luther King no fue el instigador de la marcha, fue el último de los 10 oradores,  y que su discurso no empezó hasta las 4 de la tarde cuando los asistentes ya empezaban a dirigirse a los trenes y autobuses que les llevarían de vuelta a casa, El reverendo King consiguió con sus palabras que los asistentes despertaran de su letargo y  escucharan extasiados todas y cada una de sus palabras. 
El discurso de King comenzó con el mismo tono agrio que el del resto de los oradores “… las personas negras todavía no son libres. Cien años después, la vida de las personas negras sigue todavía tristemente atenazada por los grilletes de la segregación y por las cadenas de la discriminación. Cien años después, las personas negras viven en una isla solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después, las personas negras todavía siguen languideciendo en los rincones de la sociedad americana y se sienten como exiliadas en su propia tierra. Así que hemos venido hoy aquí a mostrar unas condiciones vergonzosas…” Pero al ver la desgana de los miles de asistentes, provocada por el calor y el cansancio acumulado, hacia la mitad de su discurso, empezó a improvisar y utilizó la fórmula que ya había empleado en otros discursos: “… os digo hoy: todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado en el sueño americano.
Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales...”.