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jueves, 5 de junio de 2014

Guerra y Paz, de León Tolstoi

Es una de las novelas más importantes de la literatura universal. La acción se desarrolla aproximadamente entre los años 1805 y 1820 y se centra en la campaña de Napoleón contra Moscú y en la resistencia rusa. Pero, más allá de esto, la novela presenta una amplísima galería de personajes, más de quinientos, que representan todas las clases sociales. Las historias de los personajes principales, Natasha Rostova,  el príncipe Andrei Bolkonski y Pierre Bezuchov, forman parte de esta compleja trama. Los amigos representan dos actitudes opuestas ante la vida: Bolkonski intenta entender el mundo desde un punto de vista intelectual; Pierre representa la tradición de la sabiduría de los campesinos rusos, que se guían por la intuición y el instinto.  Los dos aman a Natasha, una mujer atractiva y llena de vida cuyo encanto ilumina toda la novela. El personaje de Natasha es considerado como el más logrado y convincente de Tolstoi. Su línea de evolución, desde su emoción juvenil ante el primer baile y el primer amor hasta su destino como mujer y como madre, se describe con admirable fidelidad hacia cada detalle y con absoluta empatía. Primero está enamorada del príncipe Andrei, pero después se enamora perdidamente del libertino Anatol Kurabin y finalmente se casa con Pierre.La novela combina el relato de los destinos personales con la descripción de batallas, informes sobre la situación, marchas y desfiles militares, así como la discusión de la filosofía de Tolstoi. De estos contrastes surge un retrato monumental del conjunto de la sociedad rusa. El contraste es el principal principio compositivo de la novela, como muestra ya su propio título. Asimismo, la diferencia entre los amigos Andrei y Pierre, los protagonistas de la obra, refleja la oposición ideológica característica de Rusia desde Pedro el Grande: la oposición entre la tradición rusa de los eslavófilos, que apelan a la comunidad rural y a la religiosidad del pueblo ruso, y los prooccidentales, que, siguiendo la tradición inaugurada por Pedro el Grande, pretenden modernizar el país imitando a Occidente.  

Autor: Alejandro Salvatierra 


“- Me creen malo, y lo sé – decía -. Pero me es igual. No quiero conocer a nadie excepto a los que aprecio, y a éstos les quiero tanto que hasta daría la vida por ellos; a los demás, los pisotearía si los hallara en mi camino. Tengo una madre inapreciable, que adoro, dos o tres amigos (tú uno de ellos), y en cuanto a los otros poco me importa que me sean útiles o perjudiciales. Y casi todos estorban, las mujeres las primeras. Sí, amigo mío; he tropezado con  hombres enamorados, nobles y elevados, pero mujeres, salvo las que se venden (condesa o cocinera, que para el caso es lo mismo), no he hallado ninguna. Todavía no me ha sido dado hallar la pureza celestial, la devoción que busco en la mujer. Si hallara una, le daría mi vida. Y las demás… – hizo un gesto despreciativo -. Puedes creerme que si aún me interesa la vida es porque espero hallar a esa criatura divina que me purificará, me regenerará, me elevará. Pero tú no puedes comprender esto…”
 León Tolstoi  (Fragmento Guerra y Paz)


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